Hallábanse el mar, el cielo con matices ocre como en un dibujo de acuarelas y un lecho de pasto suave donde poder echarse, enlazarse, darse besos y caricias. Pronto el parque del malecón se llenaría de parejitas deseando admirar el paisaje que otros días del año tal vez habrían ignorado o mirado distraídamente. Pero no […]
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