Al día trece me levanté de la cama, abrí las persianas y luego las ventanas. Como una bofetada en pleno rostro, una ráfaga de viento me golpeó haciéndome lagrimar los ojos. A pesar de mí misma, me recordó que mi cuerpo seguía demasiado vivo. Pese a que me negara a darle cabida, me atacaba con […]
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