Abrir este blog y mostrarles lo que antes solo guardaba para mí y para pocos, muy pocos “privilegiados” (en realidad solo dos), fue un salto que nunca pensé que me atrevería a dar. Después de años (¡no se imaginan cuántos!) de procesar esta idea, decidí compartir estas historias con la esperanza de que viajen a través de la nube (ok, de los cables…) y lleguen a los destinatarios que más las necesiten. Pensé que, al fin y al cabo, estaba siendo egoísta, que así como yo había disfrutado y me había emocionado, conmovido y entusiasmado al conocer ciertas personas y al escribir sus historias, también otros podrían sentir lo mismo al leerlas. No sé cuán acertada haya sido mi suposición; ustedes serán los que eventualmente confirmarán mis ilusiones o quebrarán mis sueños.
Aunque no se trate de historias personales, compartirlas con ustedes ha requerido un esfuerzo especial de mi parte, por lo que en cada una de ellas también les dejo un pedazo de mí. Creo que conocer a los demás permite (re)conocerse a uno mismo, y siento que así en cada personaje estoy yo reflejada. En cada personaje está mi mirada, mi pensamiento, lo que yo siento. Por lo tanto, no me pidan (por ahora) que comparta más detalles sobre mi vida. Aun así, pienso que es educado de mi parte presentarme, sin revelar mi identidad.
Para empezar, soy una mujer. He vivido en distintos países y actualmente me encuentro en una capital de Latinoamérica. Por cierto, esta ciudad me ha llevado a cada encuentro que van a leer aquí y, por tal razón, le seré eternamente agradecida. Soy de humor voluble, firme en mis convicciones y fiel en mis afectos. Amo leer, obviamente escribir, y las puestas de sol. Me gustan la fotografía, los gatos y la palabra “nevera”. Pueden llamarme E.
Esas palabras me llegaron a lo más profundo de mi ser. Aunque se diga que es fácil hacerme llorar, no es cierto, porque las lágrimas que me hicieron brotar de los ojos fueron verdaderas y sentidas. Adoro leer tus maravillosas historias mi querida y gran escritora.
Me siento halagada por tus bellas palabras. Agradezco tu comentario y tu visita. Tus lagrimas no deben avergonzarte, demuestran que tienes un ánimo sensible. Una virtud necesaria para la literatura y para la vida.
¡Un abrazo, María!